El temido delincuente Matías “Pata de Palo” Cornejo y su cómplice Nahuel Niz murieron con disparos en la cabeza tras atrincherarse en una vivienda y tomar como rehenes a tres mujeres.
El barrio Libertad de Mar del Plata fue escenario de un violento operativo policial que terminó con la muerte de dos delincuentes conocidos en la zona, la detención de un tercero y el rescate de tres mujeres que habían sido tomadas de rehenes. Aún hoy, las circunstancias exactas de lo sucedido dentro de la vivienda siguen siendo objeto de investigación.
Los fallecidos fueron identificados como Matías “Pata de Palo” Cornejo, un delincuente buscado desde mayo por el crimen de Rubén “Viruta” Ordoñez, y su cómplice Nahuel Niz. Ambos murieron de un disparo en la cabeza en el interior de la vivienda donde se habían atrincherado. El único detenido es Flavio Basualdo, quien permanece imputado por privación ilegítima de la libertad y violación de domicilio.
El episodio se desató cuando la policía, en un procedimiento de la DDI, intentó detener a Cornejo en la calle República Árabe Siria al 800. Lejos de entregarse, el hombre respondió a los tiros e hirió en la pierna a un sargento, cuya tibia y peroné fueron atravesados por la bala. Una ironía amarga: diez años atrás, en otro enfrentamiento con la policía, había perdido parte de una pierna, hecho que le valió el apodo de “Pata de Palo”.
La reacción policial esta vez fue distinta. Conscientes de que tenían acorralado a un delincuente peligroso, armado y acompañado, los efectivos actuaron con cautela y profesionalismo. Bajo la coordinación del fiscal Carlos Russo, se montó un operativo con efectivos de distintas dependencias, se activó el protocolo de toma de rehenes y se conformó una mesa de crisis.
Tras huir del primer tiroteo, Cornejo, Niz y Basualdo irrumpieron en una vivienda lindera y tomaron de rehenes a tres mujeres de 72, 19 y 17 años, parientes de Niz. Encerradas en un baño, escucharon discusiones entre los hombres y frases desesperadas: “Nos matamos, nos matamos”.
El operativo tuvo momentos de máxima tensión. El Grupo de Apoyo Departamental (GAD) detectó en la entrada del domicilio un objeto que parecía una granada. El hallazgo obligó a replegarse y convocar especialistas en explosivos. Minutos más tarde se confirmó que se trataba de una granada FMK2, de fabricación nacional, que fue retirada y asegurada antes de continuar con la irrupción.
Cerca de las 20, el GAD ingresó a la vivienda. Allí encontraron a Niz agonizando con un disparo en la cabeza, tendido cerca de la puerta. Fue trasladado al Hospital Interzonal, donde murió pocas horas después. En otra habitación, hallaron el cuerpo sin vida de Cornejo, con un tiro en la sien y rodeado de abundante sangre. En la parte trasera, detuvieron a Basualdo, que estaba ileso.
La escena dejó más interrogantes que certezas. ¿Se trató de un doble suicidio pactado? ¿Uno disparó contra el otro y luego se quitó la vida? ¿O hubo participación de una tercera persona, tal vez el propio Basualdo? Los investigadores esperan que las autopsias y los peritajes de dermotest y balística permitan establecer qué armas fueron utilizadas, a qué distancia se efectuaron los disparos y quiénes los realizaron. En el lugar se hallaron tres pistolas 9 milímetros y una ametralladora tipo PAM, además de municiones, cargadores, miguelitos y otros elementos.
La fiscalía ordenó también el allanamiento de una vivienda lindera, donde se encontraron teléfonos celulares, una motocicleta robada, marihuana, una balanza de precisión y un altar con imágenes de San la Muerte y el Gauchito Gil, con ofrendas de dinero, bebidas y cigarrillos.
Para los vecinos del barrio Libertad, la caída de Cornejo no pasa desapercibida. Su figura había ganado notoriedad por el temor que inspiraba y por el conflicto territorial con otras bandas. “Era sabido que no se iba a entregar”, admitieron fuentes policiales. Su final, con un disparo en la cabeza en medio de un operativo rodeado de incertidumbre, parece cerrar un capítulo, aunque abre muchos interrogantes judiciales.
Mientras tanto, el fiscal Russo intenta reconstruir qué sucedió en esas horas tensas. El único testimonio clave es el de Flavio Basualdo, quien hasta ahora se negó a declarar, pero podría hacerlo en los próximos días. Su versión podría ser decisiva para comprender el desenlace de un operativo que combinó violencia, drama familiar y la caída de un delincuente temido.
El caso deja en evidencia la complejidad de los enfrentamientos entre la policía y bandas criminales en barrios marcados por la violencia. La investigación continúa, con la mirada puesta en las pericias forenses y en la palabra del único sobreviviente que estuvo dentro de la casa donde todo terminó.