El 2,8% de inflación de septiembre es un promedio de miles de precios de bienes y servicios y, como tal, esconde una amplísima variedad de alzas y bajas que para el consumidor de a pie muchas veces no se refleja en el número final.
Eso suele suceder más a menudo con los productos frescos y muy particularmente con las frutas, hortalizas y verduras, sujetas a bruscos cambios estacionales, problemas de comercialización o logística e inconvenientes derivados por el estado de los caminos rurales ya sea por sequías, inundaciones u otros inconvenientes.
En septiembre, ese fue el caso del tomate. De acuerdo con el relevamiento del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el precio promedio del kilo de tomate redondo en los comercios relevados fue en agosto de $75,44 y en septiembre trepó a $114,07.
Antes de los esperados reclamos de quienes no pudieron conseguir el producto a ese precio, una vez más hay que señalar que se trata de un promedio, de lo que se desprende que en algunos supermercados y verdulerías pudo haberse vendido a un valor incluso mayor.
Pero al margen de las discusiones, lo sorprendente es que en sólo un mes el precio del tomate tuvo un aumento de nada menos el 51,4%, seis veces más que el dólar blue, que en el mismo lapso tuvo un incremento del 8,1%.
En el listado de productos seleccionados que el INDEC informa periódicamente, el tomate redondo encabeza por lejos los aumentos de precios, seguido por la batata (24,6%), la manzana deliciosa (20,1%), el limón (13,8%) y y el tomate entero en conserva (13%).
En el otro extremo, algunos productos cerraron el mes con deflación, es decir, con precios inferiores al promedio de agosto.
Los cinco casos de productos que más bajaron sus precios son los del agua sin gas (-8,3%), la papa (-3,6%), la cebolla (-3,4%), el yogur firme y el jabón en pan (ambos con -2,8%).