"Hay más violencia, tiene elementos más pesados sin perder la esencia de la primera temporada, como la poesía que por momentos tenía en algunas escenas", dice Nicolás Furtado, quien vuelve a encarnar a diosito

Tres años retrocedió la historia de El Marginal II (La Precuela) y el rating se disparó a los dos dígitos. Es el batacazo histórico en la televisión abierta y en el canal estatal con el mismo escenario (la ex cárcel de Caseros en el barrio de San Cristóbal) y protagónicos, los hermanos Borges (Claudio Rissi y Nicolás Furtado).

Una apuesta que redobla en una violencia inusitada y con un piso de rating que promete ir en ascenso- hoy inimaginable en función del primer capítulo-, para continuar con la historia de Los Borges del penal de San Onofre, que en la primera temporada termina con ellos muertos (cuyo rating apenas llegó a los 6 puntos en el final), e ingresan dos nuevos personajes: El Sapo Quiroga (Roly Serrano), un obeso sanguinario con todo el poder y Patricio Salgado, bautizado “El Doc” (Esteban Lamothe), un médico que se inculpa el crimen que comete su amante.

El productor de la ficción de El Marginal que se estrenó en 2016 en la Televisión Pública, Sebastián Ortega, cuenta que no tenían en mente una segunda temporada y que el detonante fue el final de la primera, cuando se emitió en directo desde Tecnópolis: “hubo un rechazo generalizado en la audiencia sobre la muerte de Diosito (Furtado), primero me sorprendió y después entendí la empatía que logró ese personaje con el público”.

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Para contar una nueva temporada con los hermanos Borges muertos, no había otra salida que regresar en el tiempo para mostrar cómo entraron al penal. Allí era el reino de El Sapo: “El detectar que uno tiene el poder es tremendo. El Sapo es comparable con Dios, porque hacía lo que quería y agradezco que este personaje me haya llegado a esta edad porque siento que lo pude abordar desde un lugar más profesional. Contaba con las herramientas para ir a fondo y que no me afecte en lo personal. Para mí es un gran acierto de Underground, la productora, esta vuelta de tuerca a la historia porque mi personaje le da sentido a Los Borges”, señala Roly Serrano.

El ingreso de Esteban Lamothe en la piel de “El Doc” se convierte en la pieza más preciada dentro del penal. Su lealtad es la disputa entre El Sapo, quien tiene problemas serios de salud, y Los Borges: “Interpretar a un médico que cuando llega al penal, al no haber estado nunca en una cárcel ni pertenecer a ese mundo, se encuentra con algo muy nuevo y muy feo. La medicina, que nunca ejerció, es lo que le permite ser alguien adentro de la cárcel”.

Lamothe, identificado como galán en las ficciones de televisión con Las Estrellas el año pasado en El Trece y ahora graba el nuevo culebrón de Telefé, Campanas en la Noche aún sin estreno, se sumerge en el mundo carcelero: “Yo agradezco que no tengo ningún familiar ni amigo preso por lo que desconozco en lo personal este mundo. A mi personaje le pasa lo mismo. Incluso para interpretar a este médico tampoco tenía que saber lo que es un penal porque nunca había estado preso. Entonces, no tiene los códigos ni sabe cómo se manejan”.

El Doc llega a la cárcel porque su amante queda embarazada y su marido (Daniel Fanego) se entera y le propina una formidable paliza. Ella para defenderse, lo mata: “Es un médico que no ejerce y que eso lo va a salvar del maltrato. Igual, un poco lo maltratan, pero es como el personaje más normal, no es un reo. Es un chabón que cae en cana y lo encierran con los más violentos del penal. Esta temporada se basa en el ascenso de los Borges dentro de la cárcel, y en el enfrentamiento de ellos y la banda del Sapo. El Doc está en el medio de ambos, pero va a jugar para los Borges”.

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No hay duda alguna que el escenario fuera una cárcel real (hoy abandonado) y con un historial siniestro impregna el clima de la ficción y de sus personajes: “Al principio de las grabaciones de El Marginal II en la ex cárcel de Caseros me pareció un lugar inmundo, después fue mi hogar”. La misma sensación experimenta el personaje de Lamothe.

Si en la primera temporada el personaje Diosito, en la piel de Nicolás Furtado, que fue la gran revelación del unitario, no se separaba de Juan Minujín, el policía infiltrado en el penal San Onofre, en esta temporada estará pegado a Esteban Lamothe: “Diosito es un pibe que se aferra a lo poco que tiene a nivel afectivo, creo que viene por ahí, como en la vida real. Es la principal razón por la cual acciona de esa manera. Una de las cosas que hice como actor fue no juzgarlo, no encasillarlo, no decir nada, porque ni él sabe”.

A diferencia de la primera temporada, La precuela para Furtado “es una historia más oscura, hay más violencia, es más picante la serie, tiene elementos más pesados sin perder la esencia de la primera como la poesía que por momentos tenía en algunas escenas, que era un toque muy característico del El Marginal, que a pesar de ser una serie de acción y policial tenía como una forma especial de contarse a través de los planos, la fotografía, ciertos diálogos, ciertos planteos”.

A su vez señala que “a mi personaje y a otros se los ve de repente en planteos más filosóficos existenciales, psicológicos y eso creo que es algo propio y un sello de la serie que abarca muchas cosas”.

Para la primera temporada, Furtado se preparó para el papel: “Me puse a buscar por internet un glosario carcelero y me metí en la Villa 31 disfrazado de Diosito. La gente con la que me relacioné ahí adentro quizás no era tan amigable. Eso en algún lado a mí me quedó grabado en el cerebro y la impronta después la usé para componer a Diosito. Es un ambiente muy fuerte”.

Rissi en su destacado papel de Marito Borges cuenta que debió cambiar el perfil del personaje: “En la primera temporada era el líder de la prisión y ahora debo lidiar con el mandato de otros. Sentí que tenía que generar códigos propios con una estrategia para avanzar sobre el poder. No imaginé nunca una precuela. Lo que empezábamos a ver, una vez al aire, es que daba para un protagonismo mayor al que se planteaba desde el inicio. Fuimos agregando leña al fuego por las necesidades propias del producto”.

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