El prestigioso Julio Chávez graba El Maestro, nuevo unitario de El Trece, y hace pocas semanas estrenó el film El Pampero, mientras protagoniza el suceso de Un rato con El junto a Adrián Suar en el Nacional, que escribió junto a Camila Mansilla y a la que define como una “obra blanca sobre vivencias, sin elucubraciones, donde no somos ni nos hacemos los ‘cool’”.
l ¿Cómo es su regreso a la televisión con “El Maestro”?
-El unitario saldrá por El Trece en setiembre u octubre, sobre el universo particular del ballet y una chiquita a la que educo (Carla Quevedo). Necesité tomar clases de danza y tuve que interiorizarme, porque no lo conocía y es un mundo especial pero, he aprendido a “camelear” que es en definitiva mi trabajo, mientras mienta bien.
l ¿Y el cine?
-“El Pampero” se estrena el jueves 3 de agosto junto a una actriz magnífica como Pilar Gamboa, con dirección de Matías Lucchesi, el hacedor de “Ciencias naturales”, es un film pequeño que narra un cuento poético, bello. Mi personaje es un hombre con una enfermedad terminal quien decide morir solo y alejarse del mundo para recluirse en su barco. Por una eventualidad una chica se mete en su embarcación y se establece una relación de cuidado y amor capaz de decidirlo a regresar a la tierra firme.
En la comedia teatral dirigida por Daniel Barone encarna al hermano mayor de Suar, dos hombres distanciados hace años, hijos de diferentes madres, quienes se reencuentran tras la muerte del padre, forzosamente para dividir la herencia.
El intérprete transita los momentos de comedia, juega con Suar las situaciones de gags y lentamente conduce al espectador por un itinerario de sentimientos, con la emoción bien presente, sin falsas pretensiones, con amabilidad, en una travesía que convierte a la pieza en un éxito sobre la calle Corrientes, con la intensidad como marca.
l ¿“Un rato con él” es una obra de relaciones?
-El proyecto implicaba comunicar ciertas experiencias de idealización que yo he tenido sobre la vida del otro: La casa, el coche y el arbolito de Navidad del prójimo siempre se perciben más grandes, como si Dios fuera más generoso con los demás que con uno, pero el afecto y la subjetividad pertenecen a cada persona: el material insiste en que aunque resulta arduo borrar las impresiones del pasado (no se trata de vaciar la identidad), es posible dejar algún espacio libre donde se logre construir. Así entiendo el concepto de “grieta”, como una falla constitutiva para que algo pueda emerger, quizás una grieta sobre la roca permite que nazca una pequeña flor.
l ¿Cómo fue la experiencia de escribir un texto para usted?
JC- Nunca lo había hecho hasta ahora y convoqué a Camila (Mansilla) para la aventura. Soy un hombre grande y no me gusta pecar de ingenuo, sabía que iba a montarse en una sala importante como El Nacional y que sería una producción para cautivar a mucha gente, con el desafío de construir un material popular, en el sentido de que cualquiera pueda establecer un vínculo con el mismo.
l ¿Un material capaz de seducir a personas que nunca hayan entrado a una sala?
-Puede ser. Quería un espectáculo que no los ahuyentara, que les hablara desde un lugar no peyorativo, pero que también consiguiera sorprenderlos: Una aventura riesgosa. Estoy muy satisfecho, agradezco la sala llena para una obra nacional: es un trabajo donde no somos, ni nos hacemos los superados, los ‘cool’.
l ¿Qué piensa del teatro más enfocado en los conceptos?
-Es otra manera de entrar. Hay más de 7.000 millones de humanos con miradas diferentes.
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